martes, 10 de junio de 2014
Una rutina más, es una ruina menos.
Sabes? Todas las noches apago esa vela que me alumbra hasta las tres de la mañana, y me pregunto como serían las cosas si estuvieras aquí. Sabes de sobra que besarte no fue coincidencia, pero el resto sí, y si queda un culpable en esta historia solo puedes ser tú. Sabes tantas verdades de mi que empiezo a darme vergüenza. Por lo contrario sé tan poco de ti que empiezo a dudarte. Pero, a veces, incluso, aunque no me hables, aunque nunca me llames, puedo llegar a creer que piensas en mi. Y es todo lo que necesito. Para dormir tranquila. Para despertarme y ponerme mi mejor vestido, por si apareces. Y para pintarme los labios de rojo, por si vuelvo a tener la oportunidad de dejarte huella. Esta vez lo haría bien, mejor, quiero decir. Tengo todo tan pensado. Pero eres como esos trenes que solo pasan una vez y yo, sigo siendo como una de esas pasajeras que siempre llegan tarde a ningún lugar. No pienses que te miento si te digo que me muero de ganas de que me vuelvas a besar. No tendrás que hacerlo, por que, además de ser impuntual, a tu lado, soy como una puta pared. Y solo sé temblar. Bueno, para que mentirme, me gustaría serlo un poquito más. El caso es que solo tú me aguantaste la mirada tanto tiempo, o eso creo, que puede contarte todo lo que quiero hacerte. Y digo quiero, porque aunque tú no has vuelto, yo sigo sentada en esta estación. Solo tú creíste oportuno meterme en tu cama después de saber las consecuencias que ocultaba bajo mi falda, bajo mis ojos. Sigo pensando que eres un valiente, de esos que corren en dirección contraria cuando toca avanzar en plena guerra. Pero que nadie te diga nunca, querido tren ajeno no reiterado, que no tienes una cara bonita, manda cojones!
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