Estoy harta de volver y de no encontrarte. O lo que es
peor, de encontrarte. Serio, mirando hacia otro lado, o abrazado a otra lengua
que no sabe ni sabrá nunca decir “te quiero” como te lo decía yo, aunque
fuese mentira.
He caído tantas veces en ese estúpido juego de hablarte, para
que me contestes, pero solo hasta donde tú quieres, que tengo un nudo de versos
en la garganta que empiezan a no dejarme respirar. Y lo deshago fumando, tabaco
caro, claro, y whisky malo, como todos nuestros vicios. Los que teníamos, que
no eran pocos. Y empiezan a ser demasiados los intentos por
olvidarnos. Y siempre acabamos igual, encontrándonos una noche cualquiera,
diciéndonos tonterías al oído y mirándonos a los ojos, para que suene más
creíble.
Y yo, yo ya estoy harta de volver a hablarte para que me contestes,
pero solo hasta donde tú quieres. Y de dormir abrazada a otra lengua que no
sabe ni sabrá nunca decirme “te quiero” como me lo decías tú, aunque fuese
mentira.
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