Shhh! Mírame despacio que se nos está acabando el tiempo. He
venido para decirte que sigo temblando cuando te encuentro de golpe. Y me
asusto si te imagino despidiéndote, al igual que si apareces al cruzar la acera
y no pude verte venir. Siempre tendré el pelo alborotado, las uñas mal pintadas
o los labios algo secos. Siempre seré un poquito imperfecta a tu lado. Aunque
tú nunca te recortes la barba para verme, ni te pongas tus mejores pantalones.
Porque sabes que a mí, me gustan todos, y que estés despeinado, y tus tenis
rotos, que empiezan a parecerse a mis noches. Me asaltan las dudas de si existe
la vida después de ti, y si es así, vendo la mía. Entrego al diablo los
desayunos que me queden, las fiestas y las copas, las películas en compañía, mi
banda sonora, que es lo más importante que tengo si no eres tú. Regalo a nadie
todas mis horas, para quién las quiera sin ti. Que a mí ya no me sirven para
nada, ni siquiera para echarte de menos. Que si la distancia y el tiempo hacen
el olvido, me muero en el recuerdo de aquella noche contigo, y me quedo así
para siempre. Entrego todos mis versos, todos los que te escribí, porque no
quiero volver a hacerlo.
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