Escribo esto buscando la manera de explicarme a mi misma el porqué no me atrevo a mirarte a los ojos después de follarnos en aquellas escaleras. Y no la encuentro. Será que no hemos vuelto a hacerlo, ni tanto ni tan bien. Sigo buscando una explicación aleatoria a esa que mide las distancias en kilómetros. A la que nos obliga a besarnos las ganas cada dos por tres, seis veces más de lo que lo hemos hecho ya. Nunca nos faltaron motivos y aún así, no me he parado a pensar en esos "porque sí" a cualquier vicio que nos hiciera frente. Se nos volvían los ojos miradores con vistas a esta puta ciudad cada vez que nos cruzábamos por los pasillos. Se nos hacía la boca agua imaginándonos mojados, y perdíamos el iris entre tanta pupila. Casi sin quererlo habíamos descubierto la droga más peligrosa del mundo, el vicio mutuo. En habitaciones distintas las distancias se convertían en ganas y puestas a sobrar acababan sobrando paredes entre tan poca ropa. Tal vez nos hiciera falta alguna ventana para respirarnos un poco menos. O tiempo...sí, tiempo. Porque no eramos tiempo sin llamarlo orgasmos y los segundos se contaban por la distancia que tardaba en llegar a tu ombligo. Nos vimos sumidos en una vida que cabía en una habitación de hotel, valgame dios, de treinta metros cuadrados Ni más ni menos. Eso sin contar que duramos lo que tardó el sol en recorrer una cuarta parte del cielo. Y a estas alturas todavía estoy buscando la manera en la que debo besarte cundo vuelva a verte, si es que sucedemos. Sigo pensando reiteradamente si correr o mantener la calma cuando te tenga delante, si morderme el labio o alejarme a toda prisa, si abrazarte o saludarte de lejos, para no tener que tocarte y pararme a pensar de que color tendrás los ojos. A estas alturas, todavía sigo buscando la manera de pedirme perdón por no correr hacia aquella estación sin sentido, y darte los buenos días de nuevo mientras te susurro al oído que deberíamos empezar a medir las distancias en ganas. Tengo tanto que explicarte, no es que no quiera, es que no puedo, es que no me gusta llegar corriendo a todos los lugares que llevan tu nombre. Es que tu moreno pierde mis "no más" y quiero ser menos que los nervios que me como cuando caminas medio metro hacia el Sur. Quiero verte en paralelo a distancia de un "empieza a tocarme" bajo el sol de las doce y pedirte que te vayas, para agarrarte cuando lo hagas besándote de repente. Quiero llevarte a donde siempre, desnudarme si me miras como solo tú sabes y empezar quitándote los zapatos, porque tenemos para largo.
Siento acabarlo así, sigo buscando la manera de masturbarme sin pensar en ti.
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