Suena como un disparo en la boca
y solo es un portazo
y solo es un portazo
sin saludo de por medio.
Convivimos, como afganos en plena guerra.
Sobrevivimos,
sin conocer la palabra tregua.
Nos sangramos los ojos
como si nos los arrancaran
cada vez que nos miramos.
Nos juramos en silencio, y a gritos
que jamás volveremos a vernos
cuando nos digamos adiós.
Nos vestimos con chalecos antibalas.
Nos armamos todas las mañanas
de granadas y mentiras
para poder encontrarnos
sin arriesgar la vida.
Ella y yo inventamos
la primera guerra de sangre
proclamada bajo cero
Sin más gobierno que unos genes
enfrentados por te quieros
que nunca pronunciamos.
Ella y yo inventamos
campos de desconcentrarnos,
minas antisonrisas,
un diccionario a parte
sobre la muerte y sus aliados,
sobre nosotras.
Y los duelos cara a cara
en mitad de un salón
apuntándonos con los labios
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