Estoy hasta los cojones de ser la optimista de siempre. De pensar que la gente vuelve. De creer en que no debo creer en un último beso. En que vas a quedarte. A ver si un día me da por despertarme y saber que te has ido. Con otra, o a algún lugar. Que mas da. Si yo al fin y al cabo, seré la optimista que piense, que como te quiero yo, no te va a querer nadie. Y tiene gracia, por que si no te dejas, esto se pone demasiado difícil. Ahora, ojalá te besen mucho, nunca tanto como yo. Y te roben sonrisas a destajo, te oigan cantar en el coche, te tumben en cama de un empujón, te destapen al dormir, y te den las buenas noches con un beso calentito. Suerte. De veras, suerte, por que si no lo hacen, vas a acordarte de mí, y eso sería horrible. Por que en realidad, sería difícil que yo no hubiera encontrado a otro que cumpla los planes que propongo, que me arranque una sonrisa, que me acompañe cuando canto en el coche, me tumbe en cama de un empujón, me tape por las noches o que me de los buenos días con un beso calentito. Ese tipo de detalles, que no quitan, que me acuerde de ti. Aún así, espero que el amor se siga haciendo igual aquí que a más de tres mil kilómetros de distancia, porque en ese caso, sabrán entenderte. A no ser, que solo quieran follar. De todos modos, yo, soy optimista.
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