martes, 17 de junio de 2014

Sigo esperando el volar de tus golondrinas.

Tenías un nido de golondrinas en el pecho, que creí que echarían a volar al llegar el verano y así podríamos despedirnos un poco. Tus ojos escribían mis destinos por las noches, cuando acostumbraba a perderme mas de la cuenta. Te conté que quería quedarme, y echaste a correr. Sigo esperando el momento de verlas partir, para saber que hemos dejado atrás otra primavera. Pero ya no sé en donde encontrarte desde que me pierdo por las noches y me despierto en mi cama. Hacía tanto tiempo que no te agarraba de la mano, que ya no recordaba el volar de las mariposas a contraviento. Hacía tanto tiempo que no te cosía el alma a besos que se te había fugado del cuerpo. Te he nombrado en horas puntas, como un ritual a un dios maldito. Tus demonios se aullentaban en mi cama y se despertaban con la luz. Me he vuelto tan alérgica al sol que no he salido nunca más a ninguna parte, tal vez por eso no te haya encontrado. Me comen las ganas de matarte si te encuentro, y de atarte a mi cama para ver, al fin, el volar de las golondrinas antes de llegar el puto invierno.

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