jueves, 18 de diciembre de 2014

Con nada pretendo contarte

Desde siempre me me ha faltado 
alguien al otro lado de la cama, 
un par de motivos por los que llorar 
y cientos de matices para sonreír. 

Algo de tiempo, espacios abiertos
y puertas que cierren a ciertas personas.

Nunca aprendí a caminar despacio,
pero me enseñaron a volar por encima 
del resto cuando las horas
se vuelven naufragios. 

Me sobraron ganas de escribir, 
palabras desordenadas, 
camas de reyes mediocres y
la mentira en boca ajena. 

Querer, en eso siempre he ido sobrada. 

           Una mirada,
           dos pasos más hacia el precipicio,
           tres besos consecutivos, 
           cuatro puntos cardinales, 
           cinco engaños a mí misma, 
           seis amores olvidados entre líneas, 
           siete estrellas de la buena suerte, 
           ocho caminos por los que perderme hacia
           nueve maravillas personales. 
           Diez pecados capitales
           y un puñado de desórdenes numéricos
           que me recuerdan que en todo este tiempo
           ni siquiera he aprendido a contar. 

Y así, con nada, pretendo contarte. 

martes, 16 de diciembre de 2014

Hubo un día e el que decidió hablar.

Brilló tanto que acabó por dejarnos, completamente ciegos. La culpa era nuestra, estaba claro. 
Se fue señalándonos con el dedo, riéndose de nosotros. 
Solo sabía gritar, y a voces nos había llamado miles de veces "guapa". 
Tenía el don de la mentira. 

Nos bailó las cosquillas en más de una hora punta, hasta dejarnos sin aliento. 
Tenía también, el don de la oportunidad.

Nos repitió durante años que todo eran dos días, media noche y un carnaval. 
Y nos lo creímos. 

Que correr era de cobardes, y nos sentamos a esperar. Todavía no sabemos a que, o a quién. 
Nos susurró debajo del costillar izquierdo, una tarde de invierno, 
que el amor era pegarse al fuego, hasta dejarse la piel. 
Y vino para repetírnoslo todas las estaciones. 

Sumamos lágrimas de frío, no de pena. Seguimos cantando mentiras y contando noticias, por hablar. 
Nos ahogó de cansancio todas las noches que pudo de este diluvio universal. 
Nos enseñó a fumar, con la mente en blanco y negro en los pulmones. 
Con el pasado a cuestas y el futuro en vena. 

Nos dijo:
"Descansa cuando anochezca. 
Lucha sólo cuando te declaren la guerra. 
Sonríe siempre. 
Llora muy de vez en cuando. 
Y recuerda cuándo el pasado merezca la pena vida." 

Y solo supimos asentir.

"Vive -concluyó- y deja sobrevivir".

lunes, 15 de diciembre de 2014

A veces, no existen palabras. Si acaso recuerdos.

Hoy he visto coronas,
cobrar forma de abrazo.
Un recuerdo pagado con flores.
Lágrimas sin sentimiento,
y sentimientos sin sentido.

Hoy he visto a mi padre cargar,
una caja con el cuerpo del suyo,
y de verdad eso es algo
que no podría explicar.

A mis primos perderse en una iglesia,
sin un recuerdo por el que llorar.
A mi abuela sonreír,
a pesar de los pesares.
Y a su madre derrumbarse entre mil brazos,
que eran brazos, por ser algo, sin ser suyos.
Solo una madre sabrá de lo que hablo.

Hoy he visto gente buena,
perderse entre la gente,
y gente mala tratada,
como gente entre otra tanta,
y gente, demasiada gente.

Cuando solo quieres un abrazo
de la persona que se va,
y no ganas soledad ni a gritos,
de ahí el callar por otorgar.

He besado un cristal con su cara al otro lado,
y después todo se ha quedado,
vacío.
Media sala, cien recuerdos, una infancia,
cuatro hermanos, tres hijos, una reina
y una dama.
Demasiado tabaco, demasiados bares
y demasiadas ostias, por ambas partes.

Hoy he visto, y he sido la última
en haberte visto, y quisiera verte,
fruncir el ceño de nuevo.
Le arranqué después una sonrisa
a mi abuela y un te quiero.

Entré en la iglesia pasados años.
Volvieron a verme pasados años.
Te quiero tanto pasados años.
Alguien hablaba, yo no escuchaba.
Miraba al frente y en frente tú.
Ni yo respiraba,
ni a ti te hacía falta.

Hoy he visto a mi padre cargar,
una caja con el cuerpo del suyo.
Algo que nunca sabré explicar.
Una persona volar kilómetros
por años y sangre y por un hermano.
Llegar de golpe y parar el tiempo.

Un cementerio ponerse en pie,
demasiada gente y la misma ausencia.
Si fuera de día sería distinto,
pero siempre llegamos tarde.
Rompió a llover.

Como el sabor en boca
de un millón de flores,
los ojos hinchados,
y ver malabares
del pasado.
Como callar a la vez
que se cierra una tumba.
Somos un poco así,
todos los días.

Un puñado de lágrimas.
Una madre llevándose
las manos a la cabeza
por un hijo que solo supo llamarla.
Hasta el final.

A mi padre cargar,
una caja con el cuerpo del suyo.
A una reina llorar.
Y todo un pueblo intentando consolarla.

Hoy he visto gente intentando comprar
al amor, el recuerdo y pedazos de tiempo.

Hoy he visto algo
que nunca sabré explicar
con las palabras que le puede dar
un vivo a un muerto.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Nadie pudo forzar la poesía.

Nadie pudo forzar la poesía.
Y tú, cuántas veces al día vomitas?
Acabo de acabar de quererte.
A partir de ahora, las sábanas verdes,
o rosas, o azules, pero no blancas.
Has mirado a la muerte a los ojos?
O te contesta vía e-mail?
Vivíais en otro tiempo, ahora sobrevivimos.
Tengo hambre, que no ganas de comer.
Me fumaría aquí un cigarro.
Me multarían por ello?
Y por ser feliz?
Espero que hayas amado, por que
siento decírtelo, ya no hay tiempo.
Has bebido, al menos es algo.
Tengo tres hombres en mi vida
y un ángel de la guarda.
Estoy al borde de un cambio de cifras.
Dos hombres, un ángel y un funeral.
A veces, las cosas, duelen.
A veces, son solo, cosas.
Nadie pudo forzar la poesía, pero sí
las cenizas, los escombros, el tiempo,
las ganas, si pierdes,
las noches, a solas,
y todas esas cosas, que en realidad,
nadie pudo explicar.
Como la muerte.

Por cierto,
si te envía un e-mail, avisa!

Vosotros no lo sabéis, por que no nos habéis visto ser felices.

No estabais allí cuando él, me mataba a cosquillas y yo, solo podía gritar "para, por favor", 
mientras cruzaba los dedos y pedía que aquello, no acabara nunca. 
Tampoco estabais en cada puesta de sol (o de sexo) 
con un mechero en la mano derecha y su nuca en la izquierda. 
Venga, si hubierais probado esa boca. 
Si solo por un puto segundo hubierais visto sus ojos 
cambiar de color tras la luna del coche al ponerse el sol. 
Tampoco os arropó ni os abrazó toda una noche de resaca. 
No sabéis lo que es esperar un mensaje suyo hasta las tres de la mañana 
y al día siguiente madrugar por si aparece, sabiendo que no será. 
Yo sé de lo que os hablo. 
De no querer bailar si no es en su pecho. 
De que las borracheras, se curan mejor en su espalda. 
Por que solo él pudo matar mi sonrisa y resucitarla con una mísera mueca, 
sacarme de quicio, levantarme una ceja, y parar el reloj. 
Hacerme temblar, quitarme el sueño, romperme a llorar. 
Y tantas otras cosas que él no sabe 
por que nunca le he dicho. 
Si lo veis por ahí, decidle que desisto. 
Que ya me he cortado de frío y me estoy muriendo de ganas. 
Vosotros no lo sabéis, por que no nos habéis visto ser felices. 
Por que no estáis aquí, manchados de sangre y viendo llover en cada rincón de este cuarto. 
Claro que esto él, tampoco lo sabe. 
Vosotros no lo sabéis, pero yo, sigo esperando. 
Por que todavía no he encontrado otro modo de versarlo.

Por que a lo mejor, perderme, es el único modo de saber si vendrá a buscarme. 
Por que a lo mejor, perderme, es el único modo de no volver a encontrarme. 


Casi lo hemos inventado todo, verdad?

Lo primero que inventamos fueron las patrañas,
por eso dejamos de creer en nosotros, y tuvimos "fe".
Y aferradas a ellas vinieron los escondites, el miedo,
las noches a solas y las redes "sociales",
las cámaras, los ordenadores.
Pero antes, mucho antes, los libros.
Hasta creernos personajes, principales.
Las falacias.
Creamos las bandas sonoras, la imaginación
y los sueños. Las miradas,
las sonrisas y los puñados de palabras.
Esas, las inventamos solo para fingir
y decir, como si nada "estoy bien",
cuando ni siquiera estamos.
Inventamos, no podía ser menos, el amor,
las estrellas y los "para siempre".
Quién nos lo iba a decir.  Y justo después
no declaramos, mentirosos
compulsivos.
Mentimos sobre mentiras
y afirmamos a la cara de cualquiera
que decimos la verdad.
Joder! Única y exclusivamente la verdad.
Dormimos en camas de cincuenta por ciento ochenta.
Y nos gusta decir que tenemos pareja.
Vamos al gimnasio después de desayunarnos
las tostadas de ambos.
No, nos apuntamos, pero nunca fuimos.
Vale, ni nos hemos matriculado.
Fumamos por placer y no nos asustan
los ojos de la muerte, si tiene cara de mujer.
De vez en cuando, decimos que no queremos,
y ahí sí que mentimos.
Pero tranquilos, que de calumnias yo no conozco náufragos.
Si acaso alguna deriva.
Supongo que, no existen las verdades tampoco.
A lo mejor, un día, alguien nos dijo
que inventamos las mentiras,
o tal vez, nos estaba engañando.

Por cierto, los besos,
esos nunca han sido mentirnos.
Si acaso, mal interpretarnos.

Veinticuatro del once del catorce.

Hoy las vistas desde el banco de siempre son tropecientas mil veces mejores que de costumbre. Me he parado, de nuevo, del otro lado de la calle para recordarnos, y esta mañana, solo hay mar. La luz sobre él y el azul del cielo forjan una atmósfera cegadora que me obliga a cerrar los ojos. Te veo a ti, pidiéndome que me siente a tu lado y un espacio inmenso de tiempo. Nada. Después vuelves y todos los días es verano. Supongo que a estas alturas no necesito explicar por qué este lugar no está inundado. Y es que, claro, no dejas espacio al invierno si hablamos de ti. Desde luego, hoy las vistas desde el banco de siempre son tropecientas mil veces mejores que de costumbre y yo, sonrío tropecientas mil veces más que nunca.

Un día te dije que nunca te he dicho lo que quería decirte.

Ha sido un placer conocerte. De todos los colores, las formas y sonrisas. Compartir paseos a Dios sabe donde, y perderme cada vez que encontraba tus ojos de frente.
Me gusta el recuerdo de haberte perdido hasta desconocerte. Me gusta sentir el miedo que una vez sentí, cuando tú, dijiste que te ibas lejos y yo, solo podía pensar en callarte a besos. 
El regalo fue llorarte hasta desesperar y cubrir folios con tu nombre. Escapar de las calles de siempre por miedo a encontrarte de frente y no poder comerte el alma.
Recuerdo que un día te dije que nunca te he dicho lo que quería decirte.

Tuvo gracia.

Las noches a solas ensayando un reencuentro que no llegaría. Acariciándome los labios y pensado en como seríamos tú y yo, si, claro, no fuéramos tú y yo.
De todas las veces que no apareciste, y me hiciste un favor.

Gracias.

De la noche que rompí esa jaula y salí, y vomité, muy bajito todo eso que nunca te había dicho.
Lo recuerdo por que hasta ese momento no podía respirar y ahora, creo que ya sé coger aliento.

Gracias.

Del "no debería hacerlo" mientras me comías a besos y me acostabas en cama.
De quitarte la camiseta y romper lo único que nos quedaba.
Por que quiero que todo te vaya, y bien.
He conocido, como no podía ser de otra manera, contigo, el modo mas bonito de hacer todo tripas, del corazón. Y de correrme a base de miradas. Emborracharme a sonrisas y curar las resacas a golpe de versos.

Por eso, y por que sigues inventado este invierno.

Gracias.

Porno-Grafía

Pornografía es encontrar en la comisura izquierda de su boca
la octava maravilla.
Una ruina que ya nadie visita como lo hacía yo.
Es caminar con cuidado por sus caderas
por miedo a perder contacto con la tierra
y acabar ahogándome en su ombligo.

Pornografía es ese modo en el que me miras,
con todo lo sucio que llevas dentro, el sexo y el rock&roll.
Es que no nos haga falta decirnos nada,
por que nos vasta una mirada para corrernos.

Pornografía era despertarme a tu lado y ver,
como el sol de las doce te cala hasta los huesos y te llama pecado;
capital, la que situé en tu tercer lunar,
llamándolo imperio.

Era gastar folios y bolígrafos
por que cada vez tenía
más formas que contar de ti.
Por que la pornografía no se escribe.

Pornografía es querer huir,
sin saber a donde pero de tu mano.
Es el vaho de las ventanas y las paredes chorreando.
Confundir cada coche, cada puto tono de voz,
cada gesto sabiendo que no eres tú.
Por que si lo fueras ya estaría temblando y no.

Pornografía es otra forma
de dirigirme a tus piernas sin pasar por ti,
sin conocer todo eso que nunca quisimos sabernos.
Robarte el frío de las noches a solas
con un beso en la nuca y un puñado
de veranos que no se acaban nunca.

Pornografía es el rojo de mis labios,
la sangre de tus vicios, el hielo de un café.
Conocer todos y cada uno de tus poderes
hasta aprendérmelos de memoria, y
formar un acrónimo con mi nombre.

Pornografía era yo, sabiéndome temblando
cuando ibas a aparecer.
Jugando con el tiempo,
creando un nuevo espacio.
La distancia de tu piel a toda mi ropa interior.

Una foto en blanco y negro
con un millón de sílabas que digan,
que en realidad pornografía
vivía entre mis piernas hasta que llegaste tú.


jueves, 11 de diciembre de 2014

Una vida en blanco, y negro te escribo.

Tu nombre,
                  una línea en blanco,
                                                  respiro.
Tu espalda,
                  una línea en blanco,
                                                  respiro.
Tu boca,
                  una línea en blanco,
                                                  respiro.
Tú cerca,
                  una línea en blanco,
                                                  inspiro.

Tú y tus maneras, y tus formas,
y tu ausencia, y tus ganas de correr
a toda ostia.

Tú alejándote, tú mirándome, tú desnudo,
                                                                  una noche en blanco,
                                                                                                   te miro.

Tú, detrás de todas esas palabras que nunca te he dicho,
tú y mil escusas, mil reproches,
un broche con la soledad.

Tú, y tu nueva casa frente al mar, sin mí,
                                                                  todo un mes en blanco,
                                                                                                      te miro.

Tú volviendo y tu vista abajo, tu piel en frío y tus labios
de nuevo enfrente. Tú, y todo eso, que nunca nos dijimos.

Tú, y todas las ganas que tengo de versarte,
                                                                     te beso.
Tú, y una vida en blanco,
                                        y negro
                                                     te escribo.

Apunta bien, esta vez.

Ruinas sin puerta principal, sin monumento estrella.
Sin historia, ni nadie que la estudie.

Llevo sin candado desde tu propuesta de secuestro. Nada.
Todo eso que guardo en ningún lugar.

Adelante, espero que hayas retrocedido para coger impulso.

Me empotro contra la pared de mi cuarto y espero, horas,
a que vengas a matarme.

La luz de las doce señala la última de mis costillas izquierdas.
Marca el lugar en el que tiene que fijarse tu punto de vista.

Mírame, me he desnudado para ti, cariño.
Para que me toques con aprecio, el desprecio de ti mismo.

Con todo lo que me arrepiento sigo aquí.
No confundas el rojo de otros labios con la sangre derramada.

Ahora solo quiero romperme y salpicar
las ganas de verte reaparecer, en mi vida.

-Pasa, por favor, estoy abierta.
También a sugerencias.

Apunta bien
esta vez.
Y mátanos a los dos, de un solo golpe
de vista.

Pudo verme llover.

Los caminos son ahora putas autopistas encorvadas y en penumbra. Probablemente a estas alturas ya me haya cruzado a la muerte unas quinientas veces.
-"Disculpe si no he saludado, tendría que haberla visto pero naufragaba en esta vida de mierda. Nada que la incumba."
Así es como pasan las estaciones, pienso. Mientras tanto me lluevo cuando me da la gana y creo en arrancar de raíz las flores del jardín que es su risa, sin mancharme las manos de sangre. Quiero hacer coronas con ellas (las espinas) y nombrarme reina de este suicidio, colectivo. Yo y toda mi mierda. Hago lo posible por alcanzarlo pero corre más que cualquier "yoquiero" o "mirahaciaatrás". A toda ostia. Me paro y clavo la mirada en las palmas de mis manos. Intento buscar en ellas su huella o su sexo.
Me abrazo con fuerza y me grito que la soledad sólo es una noche de niebla. Si la vida no fuera tan cara y el dolor no cobrara tanta importancia nos uniría a base de imperdibles. Para poder rimarnos.
-"Yo nunca quise hacerte daño, cariño. Pero a mí poco me importó sangrarme los pasos." Llueve, tanto o más que nunca. Como siempre. Mientras me ahogo él navega sobre mi cabeza. Cuarenta días y cuarenta noches de diluvio universal.
-"Llórame los labios, desconcéntrame el epicentro de esta ciudad en cuarentena de ausencias. Abrázame las piernas, que del pecho me ocupo yo." dije. Así fue como le arañé la espalda y le besé al fin la nuca. Y le curé lo poco que pude doler en esta guerra.
La noche que vuelva a encontrarlo, ya lo he pensado, voy a levantar la cabeza y a decirle que no se preocupe, que ya he convertido en todo tripas, el corazón. Esa noche en la que decidí llamarlo por su nombre y confundí el amor de mi vida, con la visita quinientas una.
Que sí,
al menos,
pudo verme
llover.


De rutinas y otras cosas.

No me apetece fumar y sin embargo, fumo. Por todas esas cosas que sí nos apetecen pero que no hacemos.
Hoy pensé en dejar de echarte de menos y empezar a echarte de más, pero para eso tendría que haberte follado demasiadas veces y no se da el caso.
He bajado al bar de siempre a ver si me cruzaba contigo. Aún sabiendo que no sucedería me he arreglado más de lo normal. Ya ves, para no hacer nada, con nadie.
Eso, que aquí estoy. Pensando en liarme otro cigarro y salir a fumármelo a pesar de los pesares y del frío. Siempre me gustó la obligación de las casualidades. Y más sí empiezan en ti y acaban en beso.
Aún así no tendría nada que decirte. Esta espera ya no es una novedad y los "te quiero" me los guardo para una ocasión especial. Cada uno tiene sus tonterías.
Me gusta pensar que tú también guardas mil balas de esas para cuando me declares la guerra. Por el momento me limito a oír tu "vete a la mierda" y a pensar, que tal vez, por todas estas gilipolleces, te quiero tanto.
He decidido quedarme aquí, con los pies pegados a este invierno, escribiendo, que es la única forma que conozco de esperarte.
También quería llamarte pero eso, es otra historia.