sábado, 12 de diciembre de 2015

Comiendo del recuerdo

De mi obsesión por las estrellas fugaces

mi mejor filia nunca fue la estrella

sino todo lo demás.


He estado escondida en cientos de baños de bares hasta que amaneciera, y de hospitales y de colegios y de casas ajenas

y nunca, nunca, nunca me han encontrado perdida.

He pecado, y por eso puedo decir a ciencia cierta que arrojo la piedra con la mano abierta desde la mentira más sincera.

He querido, casi sin querer, a cualquiera por encima de mí misma, y ninguno me ha enseñado a compartir.

Me he fugado de dos campos de concentración con la capacidad de un disperso continuo.

He bajado al infierno, me he encendido un cigarro y he subido solo para contarlo.

He muerto de hambre algunos lunes,

muerto de miedo algunos martes,

muerto de frío algunos miércoles

y muerto de asco todos los días.

He levantado la cabeza para mirar por encima del hombro a un vagabundo y sentirme mierda.

He dado de comer a mi vecina cuando estaba en silla de ruedas. Sin mas.

Me he ido de casa, ahora entiendo que no desde el desprecio, sino desde el aprecio por el aprendizaje.

He dejado los estudios, para demostrarle al mundo que soy mucho más que, eso, una tía que ha dejado sus estudios.

Para demostrarle al mundo que, nadie tendría que salir ahí fuera a demostrarle al mundo nada, si no es su mundo.

He querido besar a mi mejor amiga,

pegar a mi mejor amiga,

llorar con mi mejor amiga

y morirme con ella.

Lo único que no he logrado es eso ultimo

Lo único que me asusta, no poder hacerlo.

He visto la muerte a los ojos cuando se moría mi abuelo en la cama de aquel hospital, yo mientras, no he conseguido olvidarlo, me veía al espejo crecer a ostias.

He sido tantas veces tesoro marino que ya nadie recuerda que algún día fui el naufragio mas triste del océano.

Me he desentendido tan poquitas veces del resto que cargo mas de ellos que de mí dentro.

He corrido, y me he corrido, en direcciones opuestas a un tiempo solo para no tener que esperar más allí dentro y tirar de la cadena antes de irme.

He aprendido que la mierda, siempre, siempre, siempre, flota.

Que lo único que no pienso declarar en plena guerra será la prohibición a la desnudez en una estancia compartida.

Y que si uno quiere, puede encontrar las similitudes de un mismo beso bajo muchas lenguas.

He aprendido que los sapos son de bosques futuros,

los príncipes de cuentos pasados

y los Judas de tiempos presentes.

Que nunca he creído en ningún dios pero si he follado con alguno.

Que no existe paz entre una música de asfalto por más abrazos.

Que hay lugares que son personas, y eso no debería cambiar nunca.

Que el pasado siempre vuelve y no pensarlo es de gilipollas.

Que al futuro estamos llegando, espera y avanza que vas tarde.


De mis pies he aprendido que el único camino soy yo misma.

De mi sexo he aprehendido el recuerdo.

De mi espalda que con peso uno también crece.

De esta boca que hay más labios suicidas que revolución.

Y de mis ojos que no pienso alejarme de los segundos.


De mi obsesión por las estrellas fugaces

mi mejor filia nunca fue la estrella

sino todo lo demás.


De mis manos solo olvido

que no puedo recordar

por eso escribo.

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