Querer de menos o echar de más.
Echar de menos o querer de más quiero decir.
Cuando no quedaba tiempo para mí
las horas se ahogaban en un botellín de cerveza
o se volvían humo entremezclado con tabaco barato
y demasiadas pocas dudas.
Cada noche era una puesta de sol en contra.
Alegarse era cobrarle al futuro un cheque al por mayor de esperanza
y besos nunca dados cargados de ganas.
Después dijiste que siempre,
yo conteste que nunca haciéndote un hueco en mi cama
a mas de nosecuántos kilómetros de mi casa y tu pecho,
queriendo volver a dormirme en tus brazos
mirarte a los ojos y decirte que “¿Por qué no?
Si el tiempo corre en nuestra contra y mis hijos tienen que tener tus ojos.”
y dejamos todo en manos del destino
en lugar de enfrentarnos al calendario y gritar que juntos,
que juntos podríamos ser alguien aunque solo nos nombráramos
entre las sombras de un parque abandonado en otro pueblo.
A veces el recuerdo se acuerda de nosotros y nos gasta una broma sin gracia,
te agarra de la mano y te obliga a hablarme,
a mi me obliga a quererte como aquel verano en el que quise creer
en las estaciones eternas pero, ya sabes,
cuando vuelve a llover y no estás todo son cenizas.
Y cicatrices.
Echar de menos –dijiste-, el cuento del nunca acabar y tus ojos
cambiando de color al caer el sol.
Agarrarte de la mano para saltar al vacío
y caer siempre en una playa escondida
en la que comernos a besos,
pero solo con palabras.
Querer de más –dijiste-,
siempre serás,
a pesar de todo,
de cualquier modo.
Pero yo no quería otra en tu lista de vistas pendientes
al borde del precipicio,
yo creía que a la pregunta “¿Cuánto duran las despedidas?”
solo respondía tu risa
y a esa otra de “¿A dónde van a parar los amores de verano
cuando llega el invierno?” le seguía un “A tu casa, o a la mía, pero con un par de cervezas.”
No paraba de llover y justo cuando ibas a aparecer
el mundo era una de esas floristerías en pleno Abril
y olía a tus besos.
(A esos que nunca me diste.)
Tuve que huir del mal tiempo para encontrarme,
para olvidarte, quiero decir.
Pero ni así.
Sigo echándote
y de menos.
Queriéndote
y de mas
aunque nunca supiera hacerlo bien.
Ya sabes, como yo
nada, nadie, nunca, amor.
Vuelve cuando quieras, tú
que has decidido dejarle las riendas
al destino.
Yo ya no voy a luchar más
en vuestra contra.
Te quiero
a ver qué puedes
hacer con eso.
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