domingo, 31 de agosto de 2014

Mi musa.

A falta de palomas mensajeras, a mí, me quedan folios. Muchos folios. Una habitación pintada de blanco y un cuerpo repleto de renglones escondidos en los que escribirte. 
Como no voy a querer despedirme mil veces si todavía no sé con que parte voy a quedarme de ti desde que nos conocemos. 
Lo siento, pero en este "adiós" no cabe todo lo necesario para que te alejes tanto tiempo. Me dice la cremallera que no puede cerrarse, que se atasca con tantas palabras. 
Nunca se me han dado bien las despedidas. 
Creo que la gente, que tú, deberías irte sin avisar. Y ya si quieres, vuelves sin avisar. Y ya yo, me encargo de olvidarte, o no. Tampoco voy a avisarte si lo hago. Pero espero que te quede bien claro que si vuelves, voy a darte un beso en la boca y a llenártela de ganas de ti mismo. Porque de mí, voy sobrada. Dormir conmigo no es novedad ya, y ojalá hacerlo contigo no lo fuera. 
Espero que no te vayas mucho tiempo porque, si es así, van a acabar censurándome las manos por acoso reiterado a la falta que me haces. 
Cada uno busca sus musas en donde le da la real gana, y yo, fui a buscarme una, realmente complicada, cariño.

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