Escuchar Sabina es como volver a besarte y llevo seis horas
tocándome los labios.
No sé si me duelen más los recuerdos o las manos
de
esperarte dándoselo todo a un calendario caduco y caducado.
Vivo en un conflicto
continuo reloj años pasados.
Maldigo a aquél que dijo “madurar es aprender a
despedirse” antes de verte irte,
a ti, que siempre estás de vuelta de todos.
De
vuelta y media.
De contra todos, del revés.
Ya ves. Tantas canciones y tuviste
que escogerlas todas para crear un recuerdo,
que más que un recuerdo parece una
mancha,
que más que una mancha es un charco, un lago,
un mar entero de
oportunidades naufragando en tus ojos de imposibilidades.
Que certeros tus
nuncas, que, que improbables mis siempres
tardes largas noches madrugadas y lo
que venga.
Venga... y verá todo lo que escondo entre unos puños que nunca abro.
Venga y verá todo lo que cayo bajo una lengua de fuego sangre.
Venga, si puede,
y desnúdeme si una vez en frente encuentra esas fuerzas que tanto le sobran.
Venga, dijiste, si quiere querer quedarse en cada paso al marcharse.
Venga y
disfrute de sus propios miedos. De tus tantos tontos.
De mis borracheras, de
este baile de máscaras a conciencia abierta de quién la tenga.
El calendario
marca las seis y media de una madrugada cualquiera,
son las tantas de Marzo y
mírame,
parece que intento explicarte el porqué de algo que ni siquiera logro
inimaginarme.
Sueño con todos los que no pueden soñarte agarrándose del pecho
por las noches.
Cubriéndolo todo de sangre.
Sueño con un abrazo que me arranque
de cuajo el frío que me quedé
de los que buscaban mi calor y se llevaron un par
de gemidos dobles. Nada más.
Cuando no sé que hacer, que es casi siempre este invierno,
sostengo entre las manos el libro de Tirso y te imagino riendo.
Recorto sus
páginas y me las pego por dentro para ahuyentar el frío,
me decoro a
escondidas, ni siquiera hago fotos de ello,
cuando lo tengo entro a tientas
cantado Sabina,
paseando, ya sabes, me enciendo un cigarro y me canto entrando.
Doble funcionalidad para una soledad castigo autoimpuesta.
Tus recuerdos me calientan y, si decido encontrarte dentro,
me quedo a leer y
así, al menos, me entretengo.
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