De regalo unos labios rojos
de regalo, un saludo, solo uno
de regalo, una noche entre la calma
de cualquier hostal abandonado
en la capital, de una cuidad
llamada dignidad. La que nos falta.
De repente, un no aparezcas
de repente, no vuelvo a verte
sin saber cruzar el puente
de la cruel sinceridad. La que nos falta.
Te decidiste (al fin), arrojarte sin soltarme
de la mano, como se tira un deseo
al fondo, de un acantilado
que solo sabe llorar. Lo que nos falta.
De regalo, un abrazo
de los que no tienen final, de los pocos.
Que no tenga final (pienso).
Como última línea, para matar-
nos dijimos las palabras
que siempre quisiste. Y que no nos falten.
"Y si, rompemos, a llorar?"
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