sábado, 4 de octubre de 2014

Adiós, he dicho.

Un último beso.
El beso de Judas partió
el silencio que guardaba, que guardé
durante tanto tiempo.
Como si de un grito se tratase,
como una puñalada
que a falta de espaldas en las que matar,
mata a los ojos.
Mis ojos, tus ojos, los últimos
que quise mirar
por última vez.
Y los míos sangrantes,
esclavos de lavar
mi cara sin agua, con el sabor
de un mar
perdido en la memoria, decidieron
decir adiós
con una pregunta entre los labios.
Sin esperar afirmación,
contestación entre los tuyos.
Ya has acabado
de matarnos el tiempo?
Y como enviado del olvido,
desterrando pasiones,
olvidando todo lo que habíamos
vivido. Respondió
con una mirada
a mis ojos, inyectados en ganas
de no volver a respirarnos.
Y me bastó eso, solo eso
para dedicarte un último beso.
Un beso cual Judas,
buscando
una muerte anticipada,
un beso,
y mil versos
por delante.
Con un adiós
como
final.

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