domingo, 19 de julio de 2015

De las palmas de las manos que nunca llegaron a conocerte

Solo sé que podría haberlo intentado
pero que nuca me habría cansado de decirte la falta que todavía me haces.
De ti que prefieres el norte, que la meseta nunca será tu casa aunque me empeñe en ponerte la mesa a eso de las dos y media.
Que te gusta dormir en el lado derecho de la cama y de medio lado
y si mueves los brazos solo es para comprobar que no vuelves a hacerlo solo.
Que haces el amor porque quieres pero que escondes pecados por querer solo a medias.
Que llegas tarde siempre porque odias ver pasar las horas.
Que estás cargado de miedos, pero que nunca lo dices.
Que odias los te quiero y ni siquiera te empeñas en escribirlos
y aunque lo hicieras el mundo tendría que ponerte de frente y verte a los ojos 
para saber que no mientes.  
Que solo dices la verdad y por eso te callas.
Que no te cuestan los besos que vas dando pero te duelen los que no has dado.
Que tienes el corazón más grande que cualquier metro cuadrado de casa 
y por eso navegas playas enteras como si no fueras a encallarte en la arena
Y que cuando lo haces siempre llevas una maleta a cuestas 
como a punto de despedirte.
Y yo perdiendo la cuenta de las veces que te fuiste.
Que fumas porque nunca has pensado en dejar de hacerlo 
ni el tiempo te habló de ello.
Él podría decir de ti por cada paso que has dado el doble de cosas que yo 
pero no pondría fe 
ni corazón 
ni herida en ello.
También sé que no te gustan los versos de cuentos de hadas
que no crees en las princesas ni en los héroes 
que si ganas es solo y siempre porque quieres.
Que volver a casa es la rutina que te lava la ropa los sábados por la mañana 
mientras duermes las cervezas de una noche a cuestas que no pesa
y que ellos nunca pasan para no volver a verlos.
Que tienes las manos repletas de sueños pero no te gusta enseñarlas
que vistes una marca de posibilidades imposibles sobre el hombro derecho
mil cicatrices de guerras de historias que nunca te inventas 
y la sonrisa partida porque regalarla entera sería un destroce.
Sé que te encanta ver el mar desde las rocas
a la sombra de un árbol más viejo que el tiempo que llevábamos viéndonos
que no es difícil 
y que solo hay un lugar que te recuerde a mi.
Que no te giras cuando ves un culo cruzar la calle 
pero lo haces cuando lo que quieres se cruza por delante 
y he dejado de ser yo.
Que odias las ciudades grandes y los juegos de niños 
pero te encanta buscar una sonrisa entre los arbustos como creando un recuerdo y siendo pequeño.
Que no sabes tocar la guitarra pero te lo inventas mejor que nadie 
y que no cantas para no decir lo que nunca pensaste que querrías callarte.

Si me paro a echar cuentas de cuánto puedo contarte con los dedos caigo en ellas 
y al tener las manos abiertas veo que ya no puedo seguirte. 
Así que me cubro la cara para llorarte a sal y recuerdo 
por haberme dejado marcharte sin llegar a retenerte.
Yo que pensaba que estabas aquí para quedarte
y tu planeando un nuevo destino para escaparte sin llevarme.

Atentamente:

de las palmas
de las manos
que nunca llegaron

a conocerte.

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