lunes, 9 de noviembre de 2015

Nos diferencia este ahora.

Tendrían que bajar al bar de abajo y preguntarle al periódico
quién habla de libertad sobre sus tumbas de rosa y muerte.

Tendrían que petar a la puerta de enfrente y entrar sin pedir permiso 
para preguntarles quien habla de libertad entonces.

Tendrían que coger a mi hermano y encerrarlo en esa aula las horas que está ahí dentro
y examinarlo sobre quien conoce la libertad ahora.

Tendrían que quitarle su huerto a mi padre o alejarlo de su madre para poder preguntarle 
a quién le importa la libertad de ese modo.

Tendrían que comprarnos un anillo a cada uno de nosotros y ceñírnoslo al cuello 
para preguntarnos quién celebra la libertad así.

Podrían poner algo más de mierda en mis cigarrillos, 
algo más de alcohol en la bebida, 
un buenas noches en cada puesta de sol pasadas las siete.
Podrían golpearnos con sus manos de paz y no más guerras, 
con sus manos de muerte, 
nosotros pensaríamos en las causas como culpándolos, 
a los de antes ya saben, 
y vendrían los de ahora con sus efectos a hablarnos 
de quién tiene la libertad en bolsas, de basura, 
de quién la recoge y se deshace de ella a un cuestionable precio. 

Podrían alejarme de este bar y nombrar felicidad a cualquier otra acera, 
quemar todos los libros que ahora me sé de memoria 
y destrozar la banda sonora de cada sonrisa pidiendo auxilio, 
pero no podrán esperar respuesta si lo que quieren es saber 
en donde escondo la libertad entonces. 

Muy a mi pesar, como una "x" en el mapa equivocado 
voy perdiendo los candados que me abrazan por la espalda.

Si quieren saber en donde está la libertad
no la busquen en sus muertas cuando ya no griten, 
no les peten a la puerta.
Si quieren saber en donde está la libertad 
inviten a mi hermano a correr por el lodo 
y traigan a las madres que exiliaron, 
dejen de vendernos corazones, 
queremos querer sin ceñirnos, 
queriendo por no saber dejar de hacerlo.
Si quieren saber en donde está la libertad no se olviden, 
señoría, que nos sobran plazas en las que gritar 
pero que sólo lo haremos cuando no nos dé vergüenza 
celebrar lo que por imposibles todavía somos 
en los parques que ustedes construyeron 
partiendo de cunetas que ahora, 
y asco nos da pensarlo, 
serán la línea divisoria para enseñaros 
como no podrán hacer las cosas. 

Tendrían que matarnos a todos, 
y verse a los ojos para saber, de verdad, 
que en todo eso que nunca podrán callar, 
frenar, reclutar, exiliar, asesinar, 
golpear, encerrar, quemar o borrar, 
ahí, ahí guardamos nosotros la libertad.

Señoría, suerte, si de veras ha decidido empezar.

En defensa nosotros diremos 
que nos sobran alas y callejones para aprender a volar
y millones de bocas que pidiendo pan, no podrán callar.
Por cojones que no será a mi pueblo al que le tocará llorar sus errores.
Conservamos la herida abierta 
pero nos diferencia
este ahora.
Ahora 
sabemos 
cómo 
besarla.


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