Ruinas sin puerta principal, sin monumento estrella.
Sin historia, ni nadie que la estudie.
Llevo sin candado desde tu propuesta de secuestro. Nada.
Todo eso que guardo en ningún lugar.
Adelante, espero que hayas retrocedido para coger impulso.
Me empotro contra la pared de mi cuarto y espero, horas,
a que vengas a matarme.
La luz de las doce señala la última de mis costillas izquierdas.
Marca el lugar en el que tiene que fijarse tu punto de vista.
Mírame, me he desnudado para ti, cariño.
Para que me toques con aprecio, el desprecio de ti mismo.
Con todo lo que me arrepiento sigo aquí.
No confundas el rojo de otros labios con la sangre derramada.
Ahora solo quiero romperme y salpicar
las ganas de verte reaparecer, en mi vida.
-Pasa, por favor, estoy abierta.
También a sugerencias.
Apunta bien
esta vez.
Y mátanos a los dos, de un solo golpe
de vista.
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