No me apetece fumar y sin embargo, fumo. Por todas esas cosas que sí nos apetecen pero que no hacemos.
Hoy pensé en dejar de echarte de menos y empezar a echarte de más, pero para eso tendría que haberte follado demasiadas veces y no se da el caso.
He bajado al bar de siempre a ver si me cruzaba contigo. Aún sabiendo que no sucedería me he arreglado más de lo normal. Ya ves, para no hacer nada, con nadie.
Eso, que aquí estoy. Pensando en liarme otro cigarro y salir a fumármelo a pesar de los pesares y del frío. Siempre me gustó la obligación de las casualidades. Y más sí empiezan en ti y acaban en beso.
Aún así no tendría nada que decirte. Esta espera ya no es una novedad y los "te quiero" me los guardo para una ocasión especial. Cada uno tiene sus tonterías.
Me gusta pensar que tú también guardas mil balas de esas para cuando me declares la guerra. Por el momento me limito a oír tu "vete a la mierda" y a pensar, que tal vez, por todas estas gilipolleces, te quiero tanto.
He decidido quedarme aquí, con los pies pegados a este invierno, escribiendo, que es la única forma que conozco de esperarte.
También quería llamarte pero eso, es otra historia.
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