lunes, 31 de marzo de 2014

"Rompieron a llorar los aeropuertos..."

AMOR


          Sentimiento intenso del ser humano, que partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
          Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear. 
          Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.

          Tendencia a la unión sexual. 
          Blandura, suavidad.
          Esmero con el que se trabaja una obra deleitándose en ella.
          Voluntad, consentimiento.
          
          Al/del- agua. De modo que se vaya veloz, con la corriente, navegando o nadando. 
                              Contemporizando, dejando correr las aguas con las cosas que debieran reprobarse.


Pretendíais, aspirabais a describir el amor, menuda gilipollez. "Si eres muy pequeño no puedes estar enamorado, con diecisiete años todo es vicio y a partir de cuarenta rutina" Busca un hueco entre excusa y adjetivo para enamorarte y vendrás a decirte "Y tú, que sabes del amor?", entonces deberíamos contestar "Y tú?". Por eso, yo, lejos de sentirme una mera definición de diccionario pretendo buscarla refiriéndome a él. Amor, amor es aquello que pudimos dejar a dos mil kilómetros del mar en una guantera, son versos de Becquer, poemas de Neruda o la capacidad que tienen los aeropuertos de romper a llorar si yo me quedo y tú...y tú te vas. Amor es que te apunten con el dedo y te llamen ilusa. Ilusa por etiquetar sus labios al igual que una absurda pieza de fruta, por contar miradas con un reloj, por ser solo si él, si tú, me tocas.

             En una noche:
Yo, ilusa por creer en los amores a primera vista y tú llegando para ser, por lo contrario, mi desamor a primera vista, mi desamor erróneo. De esos que terminan porno funcionar, por no desenamorar y por gritarle a todas las esquinas de tu cuerpo que has abatido mis sentidos y los has hecho desaparecer. 
Empezaba a volverme, tal vez, un poquito cuerda y eras esa mirada en la que me juré no caer, nunca. Derribaste todo lo que se cruzaba a tu paso, gritabas al viento tus derechos y volviste locos mis izquierdos tras mis puntos cardinales. "No lo mires, no sonrías, te has jurado no volver a caer, nunca, recuerdas?" y así cada vez que te situabas perpendicular a mí. 
Una noche basta para cambiar el mundo, corroboro después de destrozarme con tus besos. Solo una noche, solo una mirada, solo un baile por ti no visto y solo una sonrisa imperfectamente genial. Solo las ganas de volverme loca bajo tus pies. Solo suma un "salimos?", un "nos vemos", un buen beso, un "te espero en la puerta del bar para hablar de las ganas que te tengo" presupongo. 
Y salí, sola, y caí, y caería quinientas veces, mil si en tu cuerpo refiere, si vamos a acabar solos en tu portal, si de calentarme las manos bajo tu ropa hablamos, si de tenernos a menos de medio suspiro y mordernos las ganas se trata.
"Prometo que soy serio, prometo que es una noche, prometo que te olvido, que tenemos diferentes destinos, que nos lo vamos a pasar bien y después pasamos". Y como no, más promesas erróneas, de esas que ni se cumplen ni se quieren seguir. 
Sonreíste, me reí de ti, se nos hizo de día y ahora, cada mañana, amanecemos. Nos tocó correr y elegimos un mismo camino y pasamos, de largo, paralelos, a menos de medio suspiro.
Y prometo..."PROMETO" no decirte te quiero, no echarte de menos, no pensarte de más, no buscarte ni querer encontrarte en la puerta de cualquier bar para beberte las ganas, no jurarte estrellas ni escapar contigo de toda esta mierda. Prometo que nuca serás, mi amor a primera vista.

                                                                                           (Y rompieron a llorar los aeropuertos).

No hay comentarios:

Publicar un comentario