domingo, 2 de noviembre de 2014

Desde la Gran Vía adoquinada de recuerdos.

Me preguntan, qué haces aquí fuera Damay? Leer.
Me gustaría que fuera cierto.
Helarme, intento helarme hasta no sentir nada.
La falta que me haces, la ausencia, la lluvia, lo que queman los daños, como pasan los años.
He entrado en un bucle con esa pregunta, como si antes no tuviera ninguna.
Menuda mentira. Ojalá también supiera mentirte a ti,
decirte que no te echo de menos.
Pero ya no, sal corriendo o mándame a la mierda,
que es lo que estoy buscando.
Un día, no sé como, ni sé cuando,
me plantaré sin avisar en la puerta de tu nueva casa
para explicarte todo esto que se me pasa por la cabeza,
todo esto que nunca te he dicho.
Espero que llueva, así tendré una excusa que poner
cuando me ahogue al intentar articular palabra.
Ojalá no estés, y pueda irme sola, una vez más de tantas,
a pasear por esa ciudad que ni siquiera conozco, hasta aprendérmela de memoria.
No sé que es lo que quiero si no te quiero a ti.
Pero sé que no es a mí, por que ya no me hago falta.
Si es que, ya no me siento, ni para esperarte.
Hace mucho tiempo que me deshice de eso que dicen
que es lo último que se pierde.
Por lo tanto, no sé que viene ahora,
la nada solo es una carencia de léxico.
Te escribo desde la acera en la que llevo esperándote
más de dos meses, o yo que sé.
Te escribo desde el rincón más frío de este puto pueblo,
desde donde los cigarros no se encienden, ni ninguna otra llama.
Nadie llama, nadie contesta.
Te escribo dese el sitio en que tendrías que mirarme por cojones,
si es que estuvieras aquí,
desde la gran vía adoquinada de recuerdos,
desde yo que sé, no lo sé, no puedo verlo.
Te escribo desde el frío que dice que es invierno por que no estás,
y que es de noche por que no me atrevo a abrir los ojos,
por que ya no me queda nada que ver si no es tu risa.
Entiendo que no me conozcas si me echo a llorar,
tú solo me has visto reír, contigo.
Cuanto han cambiado las cosas últimamente,
no sé si te has parado a pensarlo, no digo a pensarme, no lo pido.
En ti, en todo lo que has hecho, y deshecho conmigo.
Sigue sorprendiéndome la idea de que sepas quien eres, si es que lo sabes,
de que no te escapes de los espejos, de que sigas siendo, y feliz.
Cuando alguien se muere solo algunos lo recuerdan, y muy pocos lo pagan.
Eso, exactamente eso me ha pasado a mí contigo.
Estoy en deuda, conmigo misma. Y firmo desde aquí, desde donde te escribo
el ultimo contrato aunque no estés presente.
Volveré a verte, y va a llover, y voy a sonreír, y a decirte
todas esas cosas que nunca te he dicho, aunque no estés.
Que haces aquí fuera Damay? Leer.
Y un día será cierto.

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