jueves, 6 de noviembre de 2014

Yo también había hecho planes.

Quería leerlo todo, viajar a cualquier parte, posar para grandes fotógrafos, escribir durante horas, aprender arte hasta poder hablar de cualquier tema, navegar, tirarse en paracaídas, volver a bailar. Tatuarse por completo, conocer a grandes personas y personajes. Arreglarse la sonrisa, estar más morena, dejar crecer la melena, aumentar su talla de sujetador, lucir ligeros de Victorias's Secret, plantar un árbol, publicar un libro, tener un hijo y contárselo todo.

Buscaba un verso que hablara de él sin conocerlo, ir a buscarlo, conquistarlo con una imagen, escribirle sin olvidarse nada en el tintero, encontrar en su clavícula la octava maravilla, toda una obra de ingeniería. Llevárselo lejos de todo, cerca del viento, del mar. Bailarlo en la cama, bailarle mil lunas, tal vez un vals. Guardar sus besos en piel a tinta, llamarlo musa. Ser perfectamente feliz, preciosamente morena, alma del sur. Vestirse, para que él la desnude. Sentarse y esperarlo a la sombra de un olivo, leyendo sus ausencias, enseñándole a su hijo, cuánto han cambiado las cosas, haciéndolo sonreír.

Quería ser, con él. Pero nunca encontró el tiempo suficiente para enamorarlo, por eso escribe. Todo eso que buscaría si no supiera que, ya no va a volver. 

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