domingo, 2 de noviembre de 2014

MIL MANERAS DE REENCONTRARSE (parte1º)


No terminó de entender a día de hoy, que hacía sentado en el portal de su edificio a esas alturas. Después de haber salido corriendo y esconderse de aquel modo. De no contestar a los mensajes, ni de intentarlo, de no dar señales de vida. Sin embargo, lo invitó a subir. Buscaba una excusa en lugar de inventársela para no tener que volver a dormir solo, para no desesperar en la espera de alguien mejor. Lo que no sabía era el tiempo que llevaba ella esperando una verdad. Más de dos horas, de su estancia allí, por supuesto. Meses, tal vez. No podía mirarlo a la cara, recogía el cuerto como una total y completa loca. Paseaba de la cocina al servicio, de la habitación al salón, del pasillo al holl y así, sucesivamente. Entonces gritó, fue él el que gritó como nunca antes lo había hecho a nadie. Alzó la voz y sonó algo así como “siéntate”. “Más? Otra vez? Y tener que mirarte a los ojos y romper a llorar? Que callarme todo eso que nunca te dije? Que mentirte, o de eso vuelves a encargarte tú?” Y venía para quedarse, dijo, vamos. Y ella fue, acercándose lentamente a su boca con las intenciones de pedirle una nueva tregua. Acortar las distancias, por no poder respirar ausencias. Hacía tanto, tanto tiempo que no le daba un beso que, en realidad, no prestó atención a su respuesta. Sí, un beso, le valió más que mil palabras.

“A veces, esperamos hasta desesperar. Y tiene gracia.”





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