Escribo esto mientras mi abuelo se muere en una cama de hospital y mi padre lo agarra de la mano al borde de romperse a llorar.
Duerme, antes dijo que ya no quería ver ponerse él sol más veces. Lo dijo en silencio, pero yo pude oírlo.
Tampoco te pierdes nada abuelo. Creo, con certeza, que has logrado parar el tiempo. El resto vivimos como a mil metros de altura en ningún lugar en el que, respirar cuesta demasiado. Es una trampa.
Acaban de llegar los de la bata blanca, hablan pero solo se entienden entre ellos.
Yo escribo, la abuela llora, tú respiras poquito a poco.
Nunca fuiste de leer, verdad? Yo siempre fui de sacarte de quicio. Voy a versarte mientras puedas.
Tienes los pies más calientes que yo, me asusta un poco. La muerte ha llamado unas cuantas veces. Tranquilo, le he dicho que espere fuera, que aún no acabamos.
Me dijeron que a noche te despertaste y llamaste por tu nana. Claro, una madre es una madre eh abuelo?
La abuela todavía te canta. Te cuida, sabes? Siempre lo ha hecho y sigue aquí. Y seguirá aunque te vayas a cualquier lugar. Hasta el final, recuerdas?
Creo que vivir es no ahogarse. Ahora, cuando respiras suenas como si estuvieras repleto de playas.
Encontrarás mil sirenas y algún barco pirata. Háblales de ti, invéntatelo todo, excepto que a veces, incluso, llegaste a sonreír. Me lo prometes? Sé feliz.
Me duele el pecho y la culpa de quejarme de vicio, por eso me callo y me enciendo otro cigarro hasta que se me pasa, que no se me olvida.
Cuando alguien se muere, decían, el resto de vidas que tenían prendidas dan un salto hacia delante de golpe, y a veces, se pierden.
Yo no quiero que la abuela salte, sabes? Porque la siento al borde del precipicio e imagínate que ella se cae, que nos caemos todos.
Cuídate, abuelo, nosotros seguiremos, luchando.
Aquí hemos acabado, abriré la puerta al tiempo.
Duerme, duerme, duerme abuelo, mar adentro.
Tampoco te pierdes nada abuelo. Creo, con certeza, que has logrado parar el tiempo. El resto vivimos como a mil metros de altura en ningún lugar en el que, respirar cuesta demasiado. Es una trampa.
Acaban de llegar los de la bata blanca, hablan pero solo se entienden entre ellos.
Yo escribo, la abuela llora, tú respiras poquito a poco.
Nunca fuiste de leer, verdad? Yo siempre fui de sacarte de quicio. Voy a versarte mientras puedas.
Tienes los pies más calientes que yo, me asusta un poco. La muerte ha llamado unas cuantas veces. Tranquilo, le he dicho que espere fuera, que aún no acabamos.
Me dijeron que a noche te despertaste y llamaste por tu nana. Claro, una madre es una madre eh abuelo?
La abuela todavía te canta. Te cuida, sabes? Siempre lo ha hecho y sigue aquí. Y seguirá aunque te vayas a cualquier lugar. Hasta el final, recuerdas?
Creo que vivir es no ahogarse. Ahora, cuando respiras suenas como si estuvieras repleto de playas.
Encontrarás mil sirenas y algún barco pirata. Háblales de ti, invéntatelo todo, excepto que a veces, incluso, llegaste a sonreír. Me lo prometes? Sé feliz.
Me duele el pecho y la culpa de quejarme de vicio, por eso me callo y me enciendo otro cigarro hasta que se me pasa, que no se me olvida.
Cuando alguien se muere, decían, el resto de vidas que tenían prendidas dan un salto hacia delante de golpe, y a veces, se pierden.
Yo no quiero que la abuela salte, sabes? Porque la siento al borde del precipicio e imagínate que ella se cae, que nos caemos todos.
Cuídate, abuelo, nosotros seguiremos, luchando.
Aquí hemos acabado, abriré la puerta al tiempo.
Duerme, duerme, duerme abuelo, mar adentro.
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