lunes, 15 de septiembre de 2014

Un juego a vida o muerte.

Como aquella noche en la que pude ver tu piel en blanco y negro. Como si de un super poder se tratase. Pero no, se trataba de un juego. Y esa era sólo, una norma más. 


En este juego tenías que olvidarte de esa persona, mucho antes de empezar a recordar su cara.
Tenías que darte por vencido antes de conocer todas las reglas.
En este juego sabes como van a acabar las cosas, mucho antes de empezar. 
Tendrás que esconderte, pero únicamente cuando el cazador te vea hacerlo.
Y claro, con este tipo de normas y tu piel sólo pude susurrar muy bajito "jugamos?".



Y ahora empiezo a pensar que iniciar partida en tu liga ha sido del todo absurdo. De todos modos, volvería a pagar con el corazón una y mil veces la matrícula de tu cuerpo, aún sabiendo que vencerás antes de mirarme a los ojos. Me dejaría ganar una vez más sólo por restarle escalas de color a tu sonrisa, aunque eso suponga permanecer inmóvil en el suelo mientras escalas el podium de mi puta dignidad. Por que puede que también me la haya jugado, con todo, con el aire de esta habitación. Pero es que, joder, a ti te veo tan bien y tan poco sangrante y tan sonriente y tan distante, pero precioso a lo lejos, desde aquí, desde mi boca, sin levantar la mirada, sin provocar nada, en ti; que si me apuntaran directamente a la nuca y me dijeran que le sumamos una nueva norma, un vida o muerte, la ruleta rusa, empezaría a llevar tu nombre. 


Y me daría igual.

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