martes, 24 de febrero de 2015

Intenté volar en Madrid y lo conseguí en su cama.

Algunos pensamos que antes del fuego ya había cenizas.

Madrid hoy tiene un gris de sexo precioso, huele a corrernos hasta cansarnos y viste las medias a la altura de los tobillos.

Llevo un millón de ganas bajo las uñas de caminar despacio por cada arañazo marcado anoche en tu espalda. Una sonrisa en la cara de las que no se ven a simple vista y el vicio en vena con ellas a toda ostia. Querer gritar que la revolución empieza en sus piernas.

Llevo viniendo en líneas algún tiempo. Creando, como nos enseñaron los que decían saber, castillos en el aire. Queriendo bajarle las bragas a esta ciudad en auge y agarrarla hasta retorcerla, hasta volcarla en una posición imposible que solo yo puedo ver. Comiéndole el sexo hasta que grite bajo el suelo como, si todas las horas fueran, horas punta si se desnuda.

Llevo, las ganas si llueves de placer y nadie vuelve a tener frío. Y lo vomito como quién no puede engullir más pero sigue tragando por lujuria. Porque está repleto de, al menos, un pecado capital.
Y lo vomito para dejarme llevar e irme contigo a ese lugar al que no llevé nada más que querer jugarme la vida. Para desdibujar aquella imagen y ahogar en cerveza hirviendo ese castillo de mierda.

Porque es hora de admitirlo, yo tenía más de puta que de santa y a ti, cariño, no solo te faltaba la corona.
Para volver al sabor de las noches a ciegas,
al portal de las horas perdidas,
a la cama del sexo por gusto
y el gusto por arte
y la falta de frío.
A todo aquello que dijimos entre gemidos.
A tus piernas.

Para volver a bajarte las bragas, Madrid, deshago un mundo que es erróneo para declararte la verdad mas viva, el cuerpo mas puro, la piel mas fina y las pupilas dilatadas.

Para volver a bajarte las bragas, Madrid, porque cuando te corres en verso no se salva nadie. Quién dijo besos pudiendo vaciarme en tu boca?

Para volver a bajarte las bragas, Madrid, para que vuelvas andando a casa, para que suene tal vez Sabina en una boca ajena, para que retes al mundo con tu sonrisa de sangre, que cabe un universo en el mas pequeño de sus lunares pero ellos no lo saben.
Porque míralos, siguen caminando a ninguna parte y lo hacen sin lucir las medias a la altura de sus tobillos.

Tú, no dirás lo que sabes
pero somos las cenizas
que había antes del fuego.


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