martes, 24 de febrero de 2015

Por la culpa de los siglos. Alcalá-Atocha-Bilbao

Toda la culpa era de tus ojos tristes, 
decían los que no te vieron vaciarte más que en verso. 

Toda la culpa era de tus ojos, 
de tus maneras, 
del modo en el que cogías el cigarro 
te lo ponías en la boca 
y fumabas como si la vida fuera 
una cuenta atrás. 

Toda la culpa era de tus ojos, 
de las ganas de girar, 
de que si la velocidad de la luz 
y la teoría de la relatividad 
entre tus piernas. 

Toda la culpa era de tus ojos, 
de tus ojos, 
del modo en el mirabas el mundo, 
del modo en el que frenabas al resto 
y soñabas tan alto, tan alto...

Toda la culpa era de tus ojos, 
de ser lo primero que veía al despertarme 
y Madrid nos encontraba bailando 
hasta en sueños.

Toda la culpa era de tus ojos 
y de cuando me cantabas 
a gritos por Lavapiés 
y la gente nos miraba 
como locos, 
una pena por ellos. 

Toda la culpa era de tus ojos, 
de comernos el sexo hasta corrernos 
y después leerme los mejores versos del mundo, 
si es que se han escrito ya.

Y a estas alturas sigues preguntándote porqué nos cruzamos, 
porqué aquella mirada y me besaste la rodilla derecha, 
porque no podías hablar si mis piernas 
y acabamos en tu cama diciendo 
"buenas noches, volveremos a vernos".

Y a estas alturas sigo pensando 
que a pesar de tanto, 
toda la culpa es de tus ojos.

Corrígeme si me equivoco.


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