lunes, 6 de abril de 2015

El sujeto en sujeción, la cuestión y el recuerdo.

Nunca es tarde para echarte de menos
total ya no vas a volver y yo no voy a regresar.

Cuando el mundo son cenizas el fuego
pasa a importarnos mas bien poco pero la sed
sigue dentro.

Quiero volver a querer cogerte con dos dedos,
entre el índice y el pulgar,
abrirte y obligarte a sujetar las riendas de mi vida.
Siempre fuiste como una de esas pinzas de madera
que si fuerzas se desmonta y vuelves a montar hasta cogerle cariño y
justo ahí un calcetín viejo la hace saltar al vacío y nunca vuelves a verla.
Sabes que está en un lugar mejor
acompañada de algodón,
que sigue viva a pesar del golpe,
pero saltó
al vacío,
ocupó en él su lugar y este es para ti,
esta nada se esconde dentro en formato recuerdo
y la vida sigue sonriendo,
sobre todo las mañanas de calor.
Y vendrán otras pinzas y volverán a caerse pero nunca serán ella,
la que se desmontaba y tu montabas con el paso del tiempo
haciendo al cariño.

Con el paso del cariño vino el tiempo.
Nunca es tarde para echarte de menos.
Este cuento metáfora reflejo del absurdo silencio un medio día más en casa y sugestiones
es solo una excusa para decirte que si vuelves, que ya sé que no,
pero insisto, que si vuelves, tráete ese pedacito de madera que saltó por la ventana
la noche en la que decidiste irte.

Echo de menos todo sin ti.
Porque, joder, esos también son nuestros recuerdos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario