domingo, 5 de abril de 2015

La vida es un juego

La vida es un juego, dijiste.
Después, te fuiste.
Desde aquel momento voy
con los ojos cerrados a las estaciones
para no tener que despedirme
y hago café para dos
tres veces al día.

Ella me coge de la mano
cuando corro a esconderme
y huele a tu pecho
los sábados por la mañana.
Cada medio día
a eso de las doce
desaparece.
Por las noches duerme conmigo
porque tiene miedo
al silencio sin ti.
Echa de menos nuestros gritos,
los orgasmos, quiere decir.

Yo cruzo cada semáforo en rojo
saltando a una sola pierna
y sonrío en lugar de mentir.
Todavía nos quedan algunas normas
por romper
y demasiadas
por inventar.

Te echa de menos
y esa ausencia la convierte en frío
aunque el sol me queme la piel.
Yo me creo sus palabras
cuando susurra a la par
que el viento me levanta la falda.
Cada vez que eso sucede me imagino
tus manos recorriéndome
la ropa interior
mientras, un viandante al azar
se escandaliza
porque nadie le dijo
lo que era el amor si tenía que ver
con nosotros.

Desde que nos quedamos solas
estudiamos los libros viejos
que caen en nuestras manos
por si algún día apareces.
Queremos recitarte de memoria
a Bukowski y decirte
que si no lo entiendes
mírate,
y que hasta la luna pasa miedo
en demasía cuando tú te vas
y la cuidad se queda vacía
en plena hora punta,
porque eso era tu ombligo.
Un ir y venir de intenciones.
Una rayuela con destino el cielo.

La vida es un juego, dijiste
antes de irte.
Yo sigo escondiéndome con mi sombra
de la mano
por si algún día vienes
a buscarme.
Ojalá me encuentres.
Siguen quedándonos normas
por escribir,
otras por romper.
A ti te gustaba hacer trampas.
Yo siempre fui de dejarme
y llevar,
pero de la mano
y ya ves,
quiero quejarme
esta vez.

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