miércoles, 8 de abril de 2015

Un niño y su llanto vivo, sugestiones

No voy a leerme llorando porque me he vaciado escribiendo
y pensando en el miedo que cabe en un sueño cuando te mira por dentro
y te dice que sigue, que casi.
Que has venido por esa parte en la que nadie creía y por ti que tampoco creíste que nunca. 
Hace demasiados kilómetros que no oigo romperse una ola y eso es la distancia,
las ganas de ver llover y esta ausencia.
Tuvimos fe, después la vendimos a precio de coste,
tuvimos sed, nos bebimos los gastos y de las heridas elegimos no decir media palabra. 
Sonreíamos como si todo fuera bien, porque a lo mejor iba.
Una noche en mi casa soñé los imposibles que ahora me abrazan por la espalda
y soñé que estabas justo enfrente con tu varita mágica cumpliendo versos
y que sonreías como no has dejado de hacerlo desde la primera noche que llegué aquí
y supe que no me confundí sabiéndote cerca.
Después me despertaba con ojeras,
porque me gustaban las ojeras,
porque no podía quitarme esas ojeras
y caminaba rutinas con desgana y el tiempo al cuello
y olía a playa pero nunca me daba cuenta.
Cuánto han cambiado las cosas, y o sigue pareciendo poco.
Es solo un primer paso, viniste dando miles pero este cuesta cientos. –Pienso-.
Después me duermo e imagino desgracias,
catástrofes naturales, muertes, hogares, deseos perdidos,
la falta de inocencia, un niño y su llanto.
Sueño un niño un llanto.
Soy un niño y su llanto cuando no lo agarran de la mano
y tiene hambre
y tiene sueños
y no se entiende
y tiene tanto que perderos
que soy un niño y su llanto.
Que no me entiendo.
Me despierto y corro y me abrazo y me masturbo y me echo de menos 
y distancia y casa y ausencia y playa y asfalto en las rodillas sangrando 
y sueños, cicatrices, cenizas, de nuevo sueños.
Te tengo delante y quiero decirte que vine a verte, mago de palabras,
porque llevabas en los ojos las ganas de ser el padre de mis líneas, o eso creo.
Vivo sugestiones,
no se si lloro
o me lluevo
como antes.





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