viernes, 24 de abril de 2015

Pero solo contigo

Me abrazaste, y te fuiste.
A mí me tocó quedarme como todas aquellas veces
con el te quiero entre los dientes sosteniéndome la sonrisa
ahogándome en este mar de mil ausencias y solo una,
la tuya.
Siempre tendremos entre los dedos las despedidas que abarca el tiempo, todas,
y si nos faltan tú las inventas.
Rompo a llorar y miro atrás como si fueras a volver
echándole una carrera al sol y quisieras abrazarme por la espalda
otra noche más de tantas. Y tan pocas.
Dolerse no es amor pero. Y tú.
Que ni nada ni nadie. Yo, que contigo siempre.
Me sobran ganas. Una vez más, una vez más, una vez más,
una vez más tú te vas y yo me quedo queriendo quererme a solas
pero nunca funciona.
Soñar acabó por jodernos las noches en vela.
Es una pena que ya no sepa cerrar los ojos
si no me agarras de la mano.
Que compre libros como quehaceres en mis ratos libres
y no sean tu boca.
Que hayamos esperado tanto por el te quiero.
Que matáramos los versos que tanta sangre nos costaron
y así, olvidando principios no dejamos de soltarnos
esperas y esperanzas.
Es una pena, es una pena que te haya besado en cada estación
y que hayamos sobrevolado las noches tan lejos de aquellos caminos de siempre.
Es una pena que todas las rutas vuelvan a tener tu nombre
y ya no quepan esperanzas de encontrarte a más de seiscientos
kilómetros de distancia.
Es una pena, una casa, una paya, mi arena en Madrid.
Es una pena, de veras, es una pena que siga llorando desde que te vi partir
en lugar de salir corriendo detrás tuya y decirte que siempre...
ya sabes, que a mí siempre me quedarán las ganas
de quererte más
que a nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario